Vicente Fatone

El reloj sin agujas

M. Zambrano y R. Guardini hallaron un cedazo para la captación de lo histórico: lo percibido nítidamente como pasado asegura el discrimen del presente. Más filoso todavía, Guardini erigía en parámetro equitativo todo lo incomprensible para el aquí y ahora. Importa el criterio, pues la inactualidad es el signo de Vicente Fatone y su obra. Caracterizado como inteligente, solitario y ascético como un místico; parco en palabras y gestos como un habitante de los refugios de la altura, el hombre aún resplandece invicto al amparo de lo incidental. En severo acuerdo, su obra se preserva entera por los intersticios que la conciencia guarda en barbecho para lo permanentemente otro. Cierto es que el siglo pasado no careció de esfinges insidiosas para las expectativas del lector escolarizado; no obstante, la trayectoria y la obra fatonianas plantean un acertijo por encima de intrincadas biografías y obras inclasificables.

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información