Valor (economía)

El origen del valor

Karl Marx encontró en el trabajo humano la génesis del valor. Para el pensador alemán, un valor de uso, un bien, sólo encierra un valor por ser encarnación o materialización del trabajo humano abstracto. Lo que determina la magnitud de valor de un objeto no es más que la cantidad -o tiempo- de trabajo socialmente necesario para su producción. Otros pensadores y economistas anteriores a Marx, como los británicos John Locke y David Ricardo, también fundamentaron el valor en el sacrificio que implican las prestaciones de trabajo requeridas para la obtención de los bienes. La síntesis entre las teorías que basaban el valor en la utilidad y aquellas otras que lo fundamentaban en el sacrificio que implica el trabajo se debió a la teoría marginalista. Economistas como William Stanley Jevons, Carl Menger y Léon Walras sostuvieron que el valor no podía explicarse por una sola cualidad de los bienes, sino que al igual que tantos otros elementos de la economía, que se forman por la conjugación entre fuerzas opuestas, también el valor de los bienes resulta del juego de dos cualidades, la utilidad y la rareza. De este modo se justifica que el agua carezca de valor, porque si bien posee una gran utilidad se encuentra en abundancia y, por consiguiente, no reúne el requisito de la rareza. Por el contrario, los brillantes tienen una utilidad pequeña, pero alcanzan un valor muy grande porque se encuentran en cantidades muy pequeñas, es decir, son bienes raros. La utilidad marginal, concepto fundamental de esta escuela, permite explicar el valor al reunir los dos elementos de la utilidad y la rareza. El valor de un bien no se determina por la utilidad total del mismo, sino exclusivamente por su utilidad marginal, es decir, la que proporciona la última unidad. Para Menger, el valor es la importancia que tienen para el sujeto ciertos bienes concretos o cierta cantidad de bienes, al tomar conciencia de que depende de ellos para la satisfacción de sus necesidades. Según esta concepción, todas las modalidades del valor se explican, en último término, por la importancia de la necesidad satisfecha, y, cuando existe un conjunto de bienes correspondiente a una multiplicidad de necesidades, se explican por la importancia de la última necesidad satisfecha. La importancia que una persona atribuye a un bien depende de la cantidad del mismo que se encuentra a su disposición, en el sentido de que la importancia disminuye con el aumento de la cantidad, y viceversa. En el ejemplo que se ha mencionado, el agua, carente de valor en los países húmedos, adquiere un valor infinito en el desierto. La sal, que en los países industrializados es un bien de escaso valor, en muchos países africanos supera en valor al dinero. La teoría marginalista basada en la dualidad utilidad-rareza establece una relación entre valor de uso y valor de cambio. Los bienes se cambian porque presentan una diferente utilidad marginal para los sujetos que los desean y para los que los poseen. Así, por ejemplo, si dos países tienen producciones complementarias diferentes, hierro y carbón, ambos tendrán interés en intercambiar las dos materias primas hasta que la utilidad marginal sea similar para ellos. En ese momento, en teoría, se establecerá un valor de intercambio de hierro en términos de carbón y viceversa. En una economía desarrollada, el valor de intercambio de una mercancía no se calcula en términos del valor de todas las demás, sino tomando como referencia una mercancía particular, la moneda, una de cuyas funciones es la de servir de instrumento de medida del valor.

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