La lingüística europea moderna, posterior a Ferdinand de Saussure, creó el doble concepto morfológico de semantema-morfema para designar los elementos constitutivos de las palabras que tradicionalmente se clasificaban en raíz y afijos (derivativos y flexivos); utilizando, en este caso, un criterio descriptivo y no histórico. El concepto fue adoptado por las doctrinas lingüísticas sucesivas, aplicando a su determinación puntos de vista muy dispares. Ello ha comportado una notable diversidad de opiniones en la lingüística contemporánea sobre la segmentación de las palabras y sobre las unidades significativas. J. Lyons ha resumido esta situación con estas palabras: «El morfema ha pasado a reemplazar a la palabra como unidad mínima de análisis gramatical, pero pocos lingüistas se han adherido a una definición teóricamente sistemática de morfema».
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