Los trabajos de Persiles y Segismunda: 76

Los trabajos de Persiles y SegismundaLibro Cuarto Capítulo IX de Miguel de Cervantes y Saavedra Cuarto Libro Capítulo Nono No se atrevió la enfermedad a acometer rostro a rostro a la belleza de Auristela, temerosa no espantase tanto la hermosura la fealdad suya; y así, la acometió por las espaldas, dándole en ellas unos calosfríos, al amanecer, que no la dejaron levantar aquel día; luego luego, se le quitó la gana de comer, y comenzó la viveza de sus ojos a amortiguarse, y el desmayo, que con el tiempo suele llegar a los enfermos, sembró en un punto por todos los sentidos de Constanza, haciendo el mismo efeto en los de Periandro, que luego se alborotaron y temieron todos los males posibles, especialmente lo que temen los poco venturosos. No había dos horas que estaba enferma, y ya se le parecían cárdenas las encarnadas rosas de sus mejillas, verde el carmín de sus labios, y topacios las perlas de sus dientes; hasta los cabellos le pareció que habían mudado...

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