Franklin Delano Roosevelt. Un jefe para una época

Introducción

No estaba destinado a la política ni fue educado para ella. Cuando tenía veinte años nadie habría apostado un centavo por el espectacular futuro del joven Roosevelt, pese a su honorable apellido. Aquel “petimetre alto y de ojos azules” era demasiado débil para sobresalir en el deporte, y sus calificaciones apenas alcanzaban la media. Parecía más dotado para la vida social que para las empresas elevadas, y durante mucho tiempo conservaría la costumbre de no mirar a los ojos de su interlocutor, sino a un punto fijo situado a unos dos centímetros por encima de la cabeza de éste. Enrique Gómez del Prado, autor de este artículo, es especialista en temas de política internacional

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