Esta ambigüedad se debe a que el delito, entendido de forma genérica como acto humano que transgrede las normas sociales, depende de las convenciones existentes en cada sociedad. Ahora bien, dado que el concepto de comportamiento normal y comportamiento delictivo varía según las distintas culturas -ejemplo de ello sería el distinto tratamiento que el comportamiento sexual merece en los países islámicos y en los occidentales-, es evidente que no puede formularse una definición teórica inmutable de delito, sino que éste ha de considerarse desde un punto de vista pragmático.
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