Las primeras alfombras de nudo -es decir, entramadas- conocidas se remontan al siglo V a.C. y su origen es oriental, probablemente persa. Es, sin duda, en oriente medio donde la producción de alfombras ha alcanzando el más alto nivel de perfección, no sólo por lo elaborado de las técnicas, sino también por la complejidad y riqueza de los dibujos, colores y materiales. En Persia alcanzó su punto culminante entre los siglos XV y XVII con los talleres de Tabriz, Kashán, Isfahán y Herat, cuyas alfombras ostentaban intrincados dibujos geométricos o estilizados motivos florales y un predominio de los tonos rojos oscuros con toques de amarillo oro y verde claro. Turquía y la región del Cáucaso han tenido desde tiempos muy antiguos una importante producción de alfombras, influida desde el siglo XVI por el estilo persa, aunque conservando el vigor del dibujo y la riqueza de colorido que caracterizaban a las obras autóctonas. Además de las alfombras de nudo son muy comunes en estas regiones las tejidas, o kilims, con motivos decorativos que se distribuyen en franjas horizontales.
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